Edgar, en plan grande, pero…
Esta pelotita redonda; cómo es el béisbol.
Edgar González lanzó para ganar, ya vio; sin embargo, ¡once! Venados se quedaron suspirando en posición de anotar, incluso una ocasión con caja llena y solo un out… ¡pero ¡oh, my God, nunca llegó el batazo remolcador.
Y es que en este negocio si no hay carreras, ¡una sola, amigos!, simple y sencillamente no se puede ganar. Tan solo dejaron a siete Venados esperanzados por anotar en las últimas tres entradas.
Nomás de recordar la emoción de la fanaticada mexicana en la décima entrada con el toque sorpresa de Christian Quintero para congestionar los senderos… pero Jon Weber y Agustín Murillo, bye bye.
Pero de que Edgar estuvo en plan grande, mis respetos.
Yes: Magistral, al igual que Walter, estuvo el buen Edgar, precisamente en los instantes en que necesita los reflectores para retornar a la Gran Carpa. Y qué mejor escenario: la Serie del Caribe.
Hizo su espléndido trabajo, incluso retirando la séptima con “scound” de ponchados, esperanzado en que sus compañeros cuando menos le apoyaran con una carrerita… que nunca llegó.
Sus nueve abanicados y aceptar sólo dos inatrapables, lo sube en los cuernos de la luna Lástima que no pudo conseguir la victoria, ya sabe, por esos infortunios del destino con esa bolita mágica para jugar béisbol.
Los relevos, muy bien: Rafael Díaz retiró en orden la octava y luego llegaron Javier Arturo López, Tim Lavigne controlando toda situación.
Impresionante
Pero no sucedió así con el joven José Cobos (0-1) al cierre del onceavo:
Ese inesperado cuadrangular de Héctor Jiménez (Jiménez con G), pero el programa de la “comp.” lo cambia a “J” y así lo dejaré, “impresionante”, como suele decir cada minuto en sus narraciones el colega Jorge Eduardo Sánchez en su ESPN2.
Como dice el argot, un obús que todavía no cae, del toletero prospecto de los Piratas de Pittsburgh.
¡Un panorámico tablazo, profundo, por el izquierdo y cántatela tu mismo!, diría en vida el ex ampayer jarocho Toño Páramo.
Con ese cañonazo, las candilejas se apagaron y la paisanada, calladitos, dejaron de vitorear en el “Geo”. No era para menos.
Vamos a ver esta noche con Juan Antonio Peña… ante los Tigres de Licey de Dominicana y el velocista Jorge Sosa, imagínese que reto.
De nuevo, “changuitos y que temprano pierda Venezuela, ya sabe.
Y que la fiesta del pitcheo, característica de esta serie caribeña, siga a todo esplendor. Al menos, México ha dado la nota agradable en este renglón.
Nomás entre Walter y Edgar se han despachado a 20 en catorce capítulos, dígame usted. “Impresionante”, ¿no Jorge Eduardo?
La pifia de Julio Preciado
Pero si de cantadas se trata, ¡por favor, Julio Preciado!
Interpretar el Himno Nacional implica una exigencia y responsabilidad cívica, además de profundo respeto de quien recibe esa encomienda.
Pero con el cantante grupero no fue así al olvidar la letra, la entonación y, al parecer en estado etílico, queriendo continuar cantando el Himno… y pues ya se imaginará la rechifla, los gritos de ¡fuera, fuera, fuera! y un vaso lleno de cerveza lanzada a su cuerpo cuando abandonaba el terreno de juego.
¡Qué pifia, qué chasco, qué insulto, qué falta de…¿no?
No se vale, Julio.
Esta pelotita redonda; cómo es el béisbol.
Edgar González lanzó para ganar, ya vio; sin embargo, ¡once! Venados se quedaron suspirando en posición de anotar, incluso una ocasión con caja llena y solo un out… ¡pero ¡oh, my God, nunca llegó el batazo remolcador.
Y es que en este negocio si no hay carreras, ¡una sola, amigos!, simple y sencillamente no se puede ganar. Tan solo dejaron a siete Venados esperanzados por anotar en las últimas tres entradas.
Nomás de recordar la emoción de la fanaticada mexicana en la décima entrada con el toque sorpresa de Christian Quintero para congestionar los senderos… pero Jon Weber y Agustín Murillo, bye bye.
Pero de que Edgar estuvo en plan grande, mis respetos.
Yes: Magistral, al igual que Walter, estuvo el buen Edgar, precisamente en los instantes en que necesita los reflectores para retornar a la Gran Carpa. Y qué mejor escenario: la Serie del Caribe.
Hizo su espléndido trabajo, incluso retirando la séptima con “scound” de ponchados, esperanzado en que sus compañeros cuando menos le apoyaran con una carrerita… que nunca llegó.
Sus nueve abanicados y aceptar sólo dos inatrapables, lo sube en los cuernos de la luna Lástima que no pudo conseguir la victoria, ya sabe, por esos infortunios del destino con esa bolita mágica para jugar béisbol.
Los relevos, muy bien: Rafael Díaz retiró en orden la octava y luego llegaron Javier Arturo López, Tim Lavigne controlando toda situación.
Impresionante
Pero no sucedió así con el joven José Cobos (0-1) al cierre del onceavo:
Ese inesperado cuadrangular de Héctor Jiménez (Jiménez con G), pero el programa de la “comp.” lo cambia a “J” y así lo dejaré, “impresionante”, como suele decir cada minuto en sus narraciones el colega Jorge Eduardo Sánchez en su ESPN2.
Como dice el argot, un obús que todavía no cae, del toletero prospecto de los Piratas de Pittsburgh.
¡Un panorámico tablazo, profundo, por el izquierdo y cántatela tu mismo!, diría en vida el ex ampayer jarocho Toño Páramo.
Con ese cañonazo, las candilejas se apagaron y la paisanada, calladitos, dejaron de vitorear en el “Geo”. No era para menos.
Vamos a ver esta noche con Juan Antonio Peña… ante los Tigres de Licey de Dominicana y el velocista Jorge Sosa, imagínese que reto.
De nuevo, “changuitos y que temprano pierda Venezuela, ya sabe.
Y que la fiesta del pitcheo, característica de esta serie caribeña, siga a todo esplendor. Al menos, México ha dado la nota agradable en este renglón.
Nomás entre Walter y Edgar se han despachado a 20 en catorce capítulos, dígame usted. “Impresionante”, ¿no Jorge Eduardo?
La pifia de Julio Preciado
Pero si de cantadas se trata, ¡por favor, Julio Preciado!
Interpretar el Himno Nacional implica una exigencia y responsabilidad cívica, además de profundo respeto de quien recibe esa encomienda.
Pero con el cantante grupero no fue así al olvidar la letra, la entonación y, al parecer en estado etílico, queriendo continuar cantando el Himno… y pues ya se imaginará la rechifla, los gritos de ¡fuera, fuera, fuera! y un vaso lleno de cerveza lanzada a su cuerpo cuando abandonaba el terreno de juego.
¡Qué pifia, qué chasco, qué insulto, qué falta de…¿no?
No se vale, Julio.
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